NOCHE MÁGICA©
Por Carmiña Gallart
Era un poco más de media noche, había caminado todo el día por esa nueva ciudad. Cuando caía la tarde me perdí en una zona nada agradable, sentí miedo. Nadie sabía dónde andaba y quizá nadie lo supiera jamás si no lograba salir pronto de ahí. Quizá no había sido una buena idea viajar sola. Por eso, cuando por fin encontré una avenida grande, sentí que el alma me regresaba al cuerpo. Caminé lo más rápido que pude hasta el hostal. Me puse mi pijama, que más parece ropa deportiva, y me metí a la cama sin prestar atención a mi alrededor. Así era mejor, ver tanta gente joven que como yo se metían a las sábanas después de un día repleto de sudor y adrenalina sin darse un baño previo, no era mi ideal de descanso.
Caí rendida, me dormí de inmediato. Sin embargo, al dar media vuelta me topé con alguien en mi cama durmiendo a pierna suelta. ¡Hey! No se supone que alguien pueda invadir tanto tu poco espacio personal en ese lugar. No me asusté, pues alrededor mío había otra decena de jóvenes a quien podría pedir ayuda. Intenté despertar a esta persona, no sabía si era hombre o mujer pues la oscuridad era total. Después de moverlo con fuerza, la voz de un hombre me respondió soñoliento. Me indicó amablemente que en la recepción le habían asignado está cama. Eso era imposible, era la mía. Le pedí que se fuera amenazando con gritar. Su voz era muy tranquila, no me sentí amenazada. El hostal estaba repleto, lo sabía, era verano. Me pidió dejarlo, estaba exhausto, además en unas cuantas horas debía tomar un tren. Pasó su brazo bajo mi cabeza y una tremenda paz me invadió. Hasta me hizo olvidar la enorme tensión que viví en esa horrible zona. Recargué mi cabeza en su pecho. Fue tremendamente extraño que yo hiciera algo así. No lo conocía de nada, y ni siquiera podía verlo. Pasé mi brazo sobre su pecho y en dos segundos estábamos dormidos con una paz infinita.
Al despertar por la mañana él se había ido, me dio un gran pesar. Hubiera querido ver su cara, hasta quizá tomar ese tren con él.
Antes de dejar el hostal, le recriminé al encargado que hubiera asignado mi cama a otra persona. Me miró con sorpresa, pensó que no entendió bien mi reclamo y siguió con sus actividades. Yo sé que él estuvo ahí, sé que dormí en sus brazos y también sé que jamás lo olvidaré.
