Era un 24 de diciembre de 1963, cuando cinco niños jugaban libremente en el Cerro del Águila, en Ávila, España, y notaron que salía vapor por un agujero. Sin pensarlo mucho, se adentraron por un hoyo a lo que parecía una cueva. Al entrar se quedaron asombrados: ante sus ojos había cientos de estalagmitas, estalactitas, columnas y coladas espeletémicas, anthoditas, y otras formaciones geológicas que eran realmente sorprendentes. Cuando lograron salir (tardaron cerca de cinco horas en encontrar la pequeña abertura por donde entraron), corrieron a contarle al dueño de la finca. Él, junto con expertos, abrieron al público la Cueva del Águila, esta plataforma marina carbonatada del Cámbrico de hace más de 500 millones de años.
Por cierto, el joven guía nos contó que esos cinco niños fueron los guías de las cuevas durante años, hasta que se retiraron hace poco tiempo.

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